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viernes, 10 de febrero de 2017

DESTINO... Antonio Fco. Rguez. A.

DESTINO…
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

  Imagen de Internet

Era muy temprano aún, el sol no había nacido detrás del horizonte, podía percibir a través de mi ventana la mediana nublosidad que imperaba esperando dar vasallaje a los primeros rayos cálidos y multicolores del esplendente sol.


     Era muy temprano aún, y había perdido el sueño al sentirme embargado por la nostalgia. ¡Mi terruño!, ¿qué será de mi terruño?, la cuna de mis sueños, de mis ilusiones y mis esperanzas cuando niño. Me incliné y me quedé sentado al borde de la cama. Mis pensamientos volaban y rebotaban amenazando con salir de mi cabeza. Abrí la puerta al exterior, el fresco de la mañana me pegó en la cara, y gracias a él despabilé mis guardados deseos. Mi único pensamiento fue… mi pueblo.


 Foto de La Comuna De Dos Amates

     Me di una ducha con agua fría, y tomé algunas tazas de un rico café caliente y cargado. Chequé la camioneta, arranqué e inicié un largo camino de regreso al añorado lugar donde nací y di mis primeros pasos.


     En el trayecto, fui redescubriendo pueblos conocidos. El exuberante campo, la verde serranía con sus lomeríos, montañas y volcanes. Costas marinas, albuferas, ríos y lagos. Sobra decir que sentía que mi alma rejuvenecía, que volvía a vivir emociones ya olvidadas.


Foto de La Comuna De Dos Amates


     Catemaco. Bienvenido a Catemaco. Dirigí mi rumbo hacia las primeras calles del pueblo y pensé en recorrerlas caminando, dejé estacionada la camioneta. Algunas calles las encontré más largas, habían crecido invadiendo el monte y las faldas de los cercanos volcanes. Otras, aún guardaban pequeñas reminiscencias, de casas con sus jardines y patios al exterior. Me agradó ver grandes patios arbolados de Framboyanes, Lluvia de Oro, Almendros, Jacarandas, Nanches, Aguacates, Mangos, Naranjas, etc., y sobre cuyas paredes y alambradas lucían exuberantemente Copas de Oro, galanes de noche, chagalapolis, jazmines, tulipanes y enredaderas.


Foto de La Comuna De Dos Amates


     Desde una de esas calles vi las plateadas aguas. Descendí por ella hasta llegar a las orillas del hermoso lago. Los recuerdos bajaban en torrentes con la fuerza de una gran cascada. Me visualicé en mi juventud nadando, bogando una lancha de remos, o simplemente caminando alrededor del encantador lago. Pasaron 2 o tres horas y busqué algún restaurante sobre el malecón. Pedí una pellizcadas de carne de chango, una minilla de anguila, unos topotes en chile y limón, una michelada con cerveza “Indio” y solicité a los músicos la canción “Para ti” de los Hermanos Santos. El pedir este menú fue parte de un ritual que me identificaba como uno de los hijos de este mágico lugar.


Foto de La Comuna De Dos Amates


     Momentos después, subí al Parque Municipal y me quedé un rato sentado viendo pasar a la gente. Al poco tiempo me dieron ganas de tomar un café. Localicé uno cerca de ahí, pedí mi café americano con doble carga. Estaba llevando a mi boca la taza de café, y empezaba a humedecerme los labios para tomármelo a sorbos. Cuando veo enfrente de mi a una dama de ojos azules qué levantando también su café a manera de brindis, me sonrió y en lugar de sorbos llenaba el borde de la taza a besos… Me encantó su amabilidad o coquetería. Pero con todo, no me atrevía a responderle. Ella escribió en el revés de una tarjeta de presentación y se la dio al mesero para mí: “Toño, veo que no me reconoces, soy Brenda Ramos”. De inmediato me acerqué a ella, todavía dudando que fuera la persona que yo conocí de niño. Ella no aguantaba las ganas de reírse y me dijo: - ¡Siéntate conmigo, no tengas miedo de mí, aunque te diré que sigo soltera! Su voz me hizo reconocerla, cosa que me habían impedido las micas azules que traía en sus ojos.


Imagen de Internet

     Al verla, tan linda y agradable, y sin compromisos, creí entender el porqué de mi inquietud de esa mañana al despertar…

¿Sería el Destino?



Veracruz, Ver. 10.02.2017


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