Translate

domingo, 2 de abril de 2017

PRIMAVERA Antonio Fco. Rguez. A.

PRIMAVERA
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


Imagen de Internet

Cuando estaba el sol cayendo en el ocaso, abrió enormemente los ojos, una maravillosa visión se le presentó. Era la luna, que había salido más temprano que de costumbre, rodeada de policromas nubes que la envolvían como un manto a la virgen. Él, candente por naturaleza, no pudo sustraerse a tal aparición, y le envío sus potentes rayos, los cuales como gigantescos brazos la rodearon infundiéndole hasta el centro de sus entrañas todo su viril calor. La luna quedó prendada, y su rubor virginal se confundía con los multicolores rayos que la abrazaban con amor y pasión.


     Meses después… la luna bajó a un claro del bosque y dejó encargada a la madre tierra su hermosa criatura. La cual tenía los cabellos tan dorados y refulgentes como el mismo sol. Los ojos grises tan hermosos que enamoraban a todo aquel que viera su mirada. Su cuerpo blanco como las nubes del cielo, y una vocecita linda y cantarina como agua fresca brotando del manantial. La tierra se encargó de sus cuidados y de su educación. Pasaron años… la niña se había convertido en una lindísima jovencita que rivalizaba su belleza y candor con las más lindas flores de la floresta. Su madre adoptiva, entendió que ya era el momento de que “Primavera”, como parte de su preparación, se presentara ante el mundo en el cual debía vivir de ahora en adelante. Para esto, encargó a las hadas y duendes del bosque que le hicieran hermosos vestidos y finas joyas que resaltaran aún más su belleza.


     La misma tierra tomando forma humana, la acompañó hasta los linderos del bosque y le señaló las luces del pequeño poblado que se encontraba cerca de ahí. Ambas lloraron, se abrazaron, se dijeron cariñosas palabras de amor, y se despidieron con un triste adiós…


     Primavera encaminó sus pasos hacia el poblado, y desde el firmamento bajaron unos rayos de luna que maternalmente le iban iluminando el sendero a seguir. A través de un amplio ventanal de una de las casas se escapaba la luz hacia el exterior, acompañada de voces, y ella se acercó curiosamente a atisbar a través de ella. Y vio a un joven acariciando y hablándole a su perro. El animal detectó inmediatamente la presencia en el exterior y corrió gruñendo hacia la ventana. Ella asustada, intentó alejarse rápidamente del lugar tropezando con unas cubetas llenas de agua, provocando un gran ruido, lo que obligó al joven a salir acompañado del perro para averiguar qué había sucedido. Grande fue su sorpresa al ver a la hermosa joven tirada en el piso toda atemorizada. Él, la ayudó a incorporarse, sintiendo al verla a los ojos, una gran ternura por ella. -¿Estás bien? Le preguntó. –Sí, gracias. Le contestó ella aún nerviosa.  La tomó del brazo y la condujo al interior de la casa, acompañados ambos por la fiel mascota que cariñosamente repegaba su cuerpo al de ella. Le acercó un sillón y le ofreció una taza de té. Él, no podía dejar de verla con admiración. Le hizo algunas preguntas a las cuales ella contestaba con monosílabos o se quedaba callada. La amabilidad y las atenciones del joven acabaron por infundirle confianza a “Primavera”. Ella se sintió más relajada y empezó a sonreír y a platicar. -¡Cómo te llamas? ¿De dónde vienes?, -“Primavera”, contestó la joven, y vengo de un lugar lejano, del otro lado del bosque. –Y qué haces aquí?  -Me quedé sola y tuve que abandonar mi casa. Se quedó un momento callada y dijo: Tengo que encontrar un trabajo. ¿Sabes guisar y cuidar perros? No, pero puedo aprender. Él, que sentía cierta ternura hacia ella, queriendo ampararla le dijo: -Puedes quedarte en esta casa, lo que no sepas hacer yo con gusto te enseñare hacerlo. ¿Estás de acuerdo? -Sí, muchas gracias señor... Adán, me puedes decir Adán. Y él-señalando al perro- se llama “Amigo”. Ven conmigo, te mostraré donde vas a dormir. Para la pobre joven, habían sido demasiadas emociones vividas esa noche. Se acostó y se quedó profundamente dormida. A la mañana siguiente, la despertó un ruido de ollas, con premura se levantó y encontró a Adán, el cual al verla, le deseó los buenos días y sonriente le dijo: “Primavera”, acércate a mí, te voy a dar tus primeras clases. Después de desayunar juntos, él, le hizo algunos encargos y salió con “Amigo” a trabajar en el establo que estaba cercano a la casa. Ella los acompañó hasta la puerta para despedirlos, éste gesto agradó muchísimo al joven. En lo que ella los miraba alejarse, la embargó una suave calidez sobre su piel, y se sintió observaba, alzó la vista y creyó ver que el mismo sol, le sonreía con amor.
    

     A su regreso Adán se asombró de ver limpia y ordenada toda la casa, en tanto “Amigo” se acercó a ella llenándola de besos.


     Cada día que pasaba, la admiración y la ternura se iban convirtiendo en amor. Ella lo extrañaba cuando salía  él a trabajar. Y él deseaba regresar lo antes posible a casa para estar con ella.


     Un día, él le declaró su amor y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, con la condición de que la boda se realizara en el bosque. Y le pidió un par de días para encontrar a su madre y comunicarle sobre esta decisión que ellos habían tomado. “Primavera” se encaminó al bosque, apenas había traspasado el lindero y vio a su madre que había salido a su encuentro. Ambas se fundieron en un abrazo. Lloraron de felicidad al verse nuevamente. Y la madre le dijo: -Hija, qué alegría volverte a ver, te extrañé demasiado. Pero veo con orgullo que el amor te ha vuelto más bella de lo que eres. Te quiero mucho. Rompieron nuevamente a llorar, se abrazaron y tomadas de la mano se internaron en el bosque.
    

     “Primavera” se sintió feliz de estar nuevamente en la cabaña con su madre. Salió a saludar a las flores y a los animales del bosque. Y corrió a abrazar al gran olmo que se alzaba majestuoso en medio de esa floresta. Él árbol movía sus ramas abrazándola y acariciándole la espalda como un padre a sus hijos. De sus hojas se desprendió el rocío el cual cayó como una fina lluvia sobre el cuerpo de la joven. Ella le comentó que estaba enamorada. El olmo, lleno de alegría sacudió su follaje y con una brizna de aire acarició todo su cuerpo.


     Esa noche, su madre le confesó quienes eran sus verdaderos padres. “Primavera” se conmocionó de dolor, sintió que la sangre se congelaba en sus venas, sus ojos se anegaron en llanto, y una terrible jaqueca estuvo a punto de hacerle perder el sentido. Más sin embargo, serenándose, se armó de valor y le dijo a su madre: - “Ellos son mis padres. Pero tú, eres mi madre, a quien realmente quiero como a la vida misma. Tiene tiempo que sospechaba esto que me acabas de confesar, pues siempre he sentido la protección de ellos. A los cuales debo respeto y amor. Pero te repito, a quien realmente quiero es a ti…”  Se hizo un silencio total… sólo roto por los fuertes latidos de amor de ese par de corazones, que formaban una sola e indestructible alma que había nacido para nunca jamás morir.


     Meses después, se realizó la boda en medio del bosque, bajo el amparo y la sombra del viejo olmo. Los animales y las flores fueron testigos de esta unión. La madre tierra bendijo a la pareja de  enamorados, y desde el cenit el sol contemplaba amoroso a la hermosa novia. Los desposados se dieron el beso como preludio de un eterno amor. “Amigo” movía la cola en señal de alegría por la felicidad de sus amos.
    

     Esa noche, la luna estaba más radiante que nunca, que no hubo espacio en el bosque que no alcanzaran sus rayos de luz. El cielo y la tierra se habían enlazado para festejar la unión de la feliz pareja.


     “Primavera” aprendió hacer todas las labores de una buena esposa. Pero su pasión fue hacerse, siempre a la luz del sol,  sus vestidos con decoraciones que le recordaban a su madre y a sus queridas flores del bosque.


     Adán, desde que ella llegó  a su vida, vivió una eterna primavera.

     Tuvieron tres hijos: Helio, Silvana y Selene.

     “Amigo” nunca en vida dejó de mover, lleno de alegría, la cola.



Xalapa, Ver. 01.04.2017.


No hay comentarios:

Publicar un comentario